Archivo de la categoría: Así nos va

El espectador estático

Hace unos días acudí a una proyección de El hijo de Saúl. Al terminar se pone en escena la representación habitual: silencio en la sala, pocos se mueven de su butaca hasta que se encienden las luces, momento en el que empiezan a abandonarlas en orden y silencio, aún digiriendo las imágenes. Una vez fuera de la sala empiezan las conversaciones y el intercambio de opiniones. Una voz se alza envalentonada por encima del resto, haciendo difícil poder ignorarla. Esa voz reclamaba que la forma en la que está rodada la película le cansaba y resultaba aburrida. Una afirmación que resulta llamativa por las implicaciones que conlleva.

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La película de László Nemes cuenta con una puesta en escena muy personal, apoyada sobre dos pilares: la cámara al hombro y la escasa profundidad de campo. La propuesta visual se pone sobre la mesa desde el comienzo, quedando claro que el planteamiento pasa por mostrar el punto de vista del protagonista y, al igual que hace él, intentar ignorar su entorno, por difícil que resulte. Estas reglas auto impuestas por el director tienen por tanto una función narrativa y la clara intención de trasladarnos el estado mental de su protagonista. Si bien pueden derivar en cierta monotonía visual, resulta poco coherente pedir diversión a una película ambientada en un entorno tan miserable como es un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial (salvo que se quiera ver La vida es bella).

El problema de fondo es la falta de reflexión sobre las imágenes. En este caso, ese espectador no pareció interesarse en pensar el por qué de esa puesta en escena y simplemente la despreció por no adaptarse a cierto canon académico. Gran parte del público se mantienen enrocado en una posición en la cuál consideran que son las películas las que deben esforzarse para llegar a ellos, en lugar de plantear una mucho más constructiva relación bilateral con las imágenes. Pocas cosas resultan más estimulantes que una película capaz de sacarte de tu zona de confort, que te empuje a replantearte las reglas del juego. Mientras no nos dejemos sorprender, nos limitaremos a ver las mismas películas una y otra vez. Y eso lo saben muy bien los grandes estudios, que han convertido a la nostalgia en el principal motor de la industria cinematográfica y televisiva actual.

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Así nos va (Vol. 12)

Se acerca el final del año y con ello el aluvión de listas de las mejores películas del año por parte de las publicaciones especializadas. La que nos ocupa es la que llega desde Cahiers du Cinéma, causante siempre de cierta polémica. El detonante de esta entrada es el realidad la publicación de Filmaffinity en Facebook en referencia a dicha lista y los comentarios que la acompañan. En esta ocasión no añado captura de los susodichos y les invito a que los lean por si mismos.

La tónica general consiste en tildar de gafapastas a los responsables de la lista, adjetivo esgrimido con pasmosa facilidad por los usuarios de Filmaffinity en sus críticas en un tono despectivo, cómo si su uso bastara para desprestigiar a una película/director/espectador, lo que me lleva a pensar en que desconocen su verdadero significado o simplemente están muy interesados en convertirlo en un chiste. Lo más probable es que estos comentaristas no hayan visto ninguna de las películas pertenecientes a la lista (principalmente porque la gran mayoría no ha llegado a las salas de nuestro país) pero eso no les impide realizar la chanza.

Lo curioso de todo esto es como parece existir un abismo insalvable entre dos tipos de espectador: el gafapasta y el resto. Cierta corriente de espectadores que ve el cine con una marcada perspectiva nostálgica, con cierto empeño en alabar filmes en base a argumentos tan débiles como el entretenimiento, la honestidad y la falta de pretensiones (otro término que bien harían en repasar antes de usar) parece haber marcado una tendencia en la que, si no te incluyes, pasas a ser un gafapasta y por tanto tu opinión deja de ser válida. Esta división parece incluso ampliarse a las películas incluso, si atendemos a ese comentario que pregunta con cierto tono jocoso sobre la ausencia de Transformers 4 en la lista. O son películas entretenidas y aceptables para el gran público, o son gafapastadas. Ya no hay espacio para las medias tintas ni para el uso de argumentos de peso. Bienvenidos a la era de los extremos.

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Así nos va (Vol. 11)

Cuando ya confiaba en haber desterrado esta sección para siempre, vuelvo a toparme con una de esas perlas de los grandes cinéfilos de las redes que una vez más son sintomáticas de la relación que se mantiene actualmente con el cine y cómo esto influye en la oferta que recibimos. El elemento en cuestión es el siguiente tweet.

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Sinceramente, tuve que leerlo un par de veces para asegurarme de que no era irónico, pues por más que me esfuerzo no encuentro ninguna característica positiva entre las enumeradas. No dejo de sorprenderme, a pesar de lo vivido este verano con Los guardianes de la galaxia, de que tantas personas sigan viviendo el cine con una mirada tan marcadamente nostálgica. Evidentemente todos guardamos un bonito recuerdo de las películas que veíamos de niños, pero el engrandecer películas actuales porque nos recuerden a aquellas resulta un tanto peligroso. Si elogiamos las características que encontrábamos en las películas durante nuestra infancia, ¿no significa eso que no hemos sido capaces de crecer? Es como si se pretendiera congelar el cine en un periodo determinado, cuando precisamente la labor crítica debería impulsar el progreso del arte cinematográfico, agradeciendo las películas que supongan una evolución del medio de expresión.

Pero mi sorpresa continúa al seguir el hilo del tweet, cuando otro usuario le pregunta la nota que le da a la película, el primero responde que un 6, para alegría del segundo pues es «lo que esperaba encontrarse». De aquí podemos deducir dos cosas que me producen una profunda tristeza. La primera es que parece ser inútil dedicar ninguna clase de esfuerzo a escribir sobre cine, pues al final lo que le interesa al público son las valoraciones numéricas, que parece ser tienen un valor universal. La segunda es la confirmación de que las expectativas mandan sobre la percepción que se tiene de las películas hoy en día. Definitivamente estamos ante la fiesta de la subjetividad.

Todo esto no me resultaría nada preocupante de no ser por la época en la que nos encontramos, una en la que las barreras entre crítica y público parecen haberse difuminado. No es raro encontrarnos con campañas publicitarias basadas en comentarios o tweets de espectadores anónimos que nada tienen que ver con el ejercicio de la crítica. Mediante éste hábil movimiento de las distribuidoras no se busca otra cosa que anular las voces de la crítica. Si las recomendaciones llegan desde espectadores para espectadores se fomentará (aún más si cabe) el crecimiento del cine puramente comercial y en última instancia se conseguirá ese objetivo de congelar la evolución del cine en aquello que agrade al gran público. Puede que esté siendo excesivamente pesimista, pero lo que encuentro en mi entorno no me anima a pensar de otra manera.

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Así nos va (Vol. 10)

Hacemos un pequeño alto en el repaso del Atlántida Film Fest (que finaliza este domingo, fecha para la que estará lista la última de las entradas) para volver al turbio mundo de Así nos va y las falacias varias que nos encontramos en la web. En esta ocasión tenemos de nuevo ración doble. Mubis corre el riesgo de convertirse en un habitual de la sección, pero el comentario que me he encontrado en la noticia sobre la nueva edición en Blu-Ray de Akira bien merece su espacio en la sección. Entre los muchos indignados porque esta nueva edición incluya extras inéditos cuando las ediciones anteriores de la misma distribuidora son aún recientes, quiero destacar el siguiente comentario.

Akira asi nos vaAlguien debería explicarle a este individuo que precisamente por gente como él la distribuidora se puede permitir este tipo de estrategias comerciales que aparentemente tanto le molestan. Al menos éste parece que tiene intención de vender su edición antigua, porque la tónica habitual en esta web parece ser acumular todas las ediciones posibles (de los países que haga falta) de una misma película, ocupando el mismo espacio que ocuparía la colección completa de un aficionado normal. Lo que viene siendo una enfermedad, vaya.

Y como segundo plato volvemos a la tónica que marcó el inicio de esta web, pues mucho de lo que se apuntaba en la sección Internet y la crítica de cine se resume en esta Bio de Twitter.

Así nos va twitter

Veamos: mini críticas totalmente subjetivas, en las que se valora únicamente si te ha gustado o no. Hay al menos tres palabras en esa biografía que van en contra del concepto de crítica, y me niego a asumir que ésta sea la definición aceptada en la red. Todas esas palabras tienen otro significado: opinión. Porque opinar es fácil y todo el mundo puede hacerlo, pero no todo el mundo tiene capacidad crítica.

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Así nos va (Vol. 9)

Regresa esta sección que busca tomar el pulso a la realidad de la forma de entender el cine en la actualidad a través de pequeños detalles con los que me encuentro en la red. En la web Mubis (de la que ya hablé en otra ocasión) en uno de los habituales reportajes fotográficos de ediciones especiales, en este caso de Cloud Atlas, me encuentro con el siguiente comentario.

Atlas

 

Me parece especialmente interesante el concepto de que la película ‘lo tiene todo’ pues transmite una concepción del cine de ‘más es mejor’, como si las películas fuesen una especie de checklist y tuviesen que cumplir una serie de requisitos para ser tenidas en cuenta. ¿Te gusta la comedia, la acción, la aventura y los efectos especiales espectaculares? ¡Pues estás de enhorabuena, aquí lo tienes todo! Claro que la cuestión de la calidad o cómo se articulan esos elementos pasa a quedar en un segundo plano. Esta posición sería incluso comprensible si viniese de un productor, pero cuando se afianza entre el público pasamos a ser los culpables de algunos de los males que aquejan al cine en la actualidad.

Bonus track

Añado una web que da pie una pequeña reflexión. Se trata de una web de noticias dedicada exclusivamente a la futura serie de televisión de Flash. Una serie que a día de hoy no tiene fecha de estreno. ¿Es realmente necesaria tal cobertura para un producto que aún no existe? ¿Existe tanto interés entre el público para justificar su existencia? ¿No estaremos quizás llegando a ciertos límites con la necesidad de información?

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Así nos va (Vol. 8)

Ahora que se acercan las navidades, una época de pensar en el prójimo y dar sin esperar recibir nada a cambio, he decidido haceros un regalo, exactamente lo que estabais esperando: ración doble de así nos va.

Con las navidades llegan también los grandes taquillazos para todos los públicos, y muchas páginas y perfiles de redes sociales se animan a preguntarle a todos sus lectores lo que les ha parecido, como en este caso con la segunda parte de El Hobbit. Lo que sucede es que se abre la veda a que comenten personas no ya incapaces de construir una opinión argumentada, sino incluso de juntar más de cinco palabras correctamente escritas.

Hobbit

Para el bis nos adentramos una vez más en el terreno de los comentarios, ese lugar donde parece que ya se busca cualquier excusa para iniciar un debate, ya tenga relación o no con el post relacionado. Sin embargo ha ejemplos un tanto preocupantes.

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¿Por qué la gente insiste en ser un mero eco de lo que dicen otros? ¿Por qué dar pie a un debate en el que quedas excluido desde el comienzo? O quizás sea simplemente cuestión de dejar claro los conocimientos en cuanto a referencias, demostrar que eres más cinéfilo que el resto de comentaristas. Al final todo se reduce a hablar por hablar, rellenando más espacio en la red.

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Jugando a las películas

Hoy quiero hablar sobre un colectivo cada vez más numeroso en internet que nunca deja de sorprenderme: los cinéfilos. Son fácilmente detectables porque la gran mayoría incluyen este adjetivo en su biografía en las diferentes redes sociales, como si con esa palabra quedase resumida toda su existencia. Pero esta es sólo una pequeña parte de los hábitos que los definen y diferencian del resto de usuarios. Lo cinéfilos gustan de comentar continuamente las películas que van a ver, han visto o están viendo, porque gracias a las redes sociales pueden hablar de ellas en tiempo real. Normalmente tras cada película lanzan su propia valoración crítica en forma de un par de tweets y suelen comenzar interesantes conversaciones en las que discuten sobre el punto de vista de cada uno, hasta llegar habitualmente a la conclusión de que cada uno tiene su opinión y ambas son válidas por igual. En otras ocasiones la conversación suele consistir en el intercambio de apreciaciones y curiosidades para decidir quién es el más cinéfilo de todos.

El ritmo de estos usuarios raramente es menor de una película al día, en ocasiones llegando a 3 ó 4 por jornada. Su gran objetivo vital es, al llegar diciembre comprobar si han visto al menos 365 películas durante el año, y compartir el dato con sus compañeros ¿Cómo lo hacen? Pues muy sencillo, el más fiel aliado del cinéfilo es el servidor de torrents, pues ellos no se pueden permitir el lujo de esperar a que las películas lleguen a las salas de cine o a la web de VOD, su economía no puede equiparar su pasión por el cine. Las pocas ocasiones en que los podemos encontrar en una sala de cine es al llegar el estreno del gran blockbuster del año, ya sea una película de superhéroes o la nueva entrega de la trilogía-precuela de turno, porque ya sabemos que el espectáculo de esas producciones sí que vale el precio de una entrada de cine.

Otra variante interesante son aquellos cinéfilos que deciden trascender las redes sociales y fundar su propia web o blog donde verter sus valoraciones. Una vez consiguen un volumen de lectores importante y cierto nivel de notoriedad el siguiente objetivo está muy claro: tener acceso a los ansiados pases de prensa. De esta manera consiguen el doble objetivo de disfrutar de todos los estrenos en las salas de cine sin tener que pagar y hacerlo antes que nadie, con lo cual tienen la capacidad de influenciar la opinión generalizada sobre una película desde el mismo núcleo. Así los cinéfilos alcanzan el nirvana y son llevados a un nivel superior de existencia, en el que evidentemente son mejores que el resto de sus congéneres.

Los cinéfilos son muy conscientes de la influencia que alcanzan estas primeras opiniones, pues siempre están pendientes de las primeras noticias y opiniones que surgen desde los distintos festivales del mundo, para poder decidir qué vale la pena ver o no, e incluso hacer afirmaciones en base a las opiniones de otro como si fuesen suyas propias. Así se van construyendo unas expectativas durante meses y llegado el momento sentencian películas debido a que «el hype estaba demasiado alto». También están muy pendientes de las diferentes entregas de premios, que comentan con un alto nivel de conocimiento en sus implicaciones e influencias. Tal es su pasión por estos premios que han fundado su propia academia, a la que sólo se puede acceder previa invitación, para entregar sus propios galardones. Ojalá me estuviese inventando todo esto.

El momento más enternecedor llega cuando surge una conversación entre cinéfilos en la que se lamentan del tiempo que tardan en llegar a nuestro país ciertos estrenos, de aquellos que nunca llegan o incluso del precio de las entradas de cine. Digo enternecedor porque evidencia que su pasión por las películas los ha llevado a vivir dentro de una en la que no son conscientes de que esas situaciones de las que se quejan están en gran medida causadas por muchas de sus costumbres. Quizás algún día sean conscientes de que su «pasión por el cine» puede acabar causando la destrucción de esa industria, pero mientras tanto seguirán jugando a las películas.

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Así nos va (Vol. 7)

Esta semana, durante mi ruta habitual por distintas webs de noticias, me encontré con una que hablaba sobre el nuevo proyecto de Robert Zemeckis. Tras la noticia seguí hacia los comentarios (lo sé, sería mejor para mi salud dejar de leer comentarios) y me encontré con un interesantísimo debate en torno a los trabajos anteriores del director americano. Aquí está la captura del susodicho debate.

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Supongo que este es el nivel de la capacidad de argumentación de internet hoy en día, especialmente en lo referente al cine. Un auténtico diálogo de besugos en el que cada uno habla sin escuchar al resto y a por otra cosa que no hay tiempo para más. Ni siquiera hay un mínimo intento de dialogar o poner en perspectiva los argumentos del interlocutor, sino que simplemente se enuncia la apreciación subjetiva como si de una verdad universal se tratase. Y si la cosa se complica, la situación se zanja con un sencillo «bueno, esa es tú opinión» y aquí no ha pasado nada. Si no somos capaces de ver más allá de nuestra propia opinión, difícilmente seremos capaces de profundizar en una película más allá de su visionado o incluso de buscar lecturas aparte de lo que vemos en pantalla.

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Así nos va (Vol. 6)

Tarde o temprano tenía que pasar. Si había un espacio en el blog destinado a hablar de cierto personaje «cinéfilo» de Youtube era sin duda Así nos vaMe refiero al infame/famoso (según el círculo en el que nos movamos) James Wallestein. Por si alguien no lo conoce (benditos seáis) este señor que se dedica a hacer video-reseñas (me niego a llamarlo críticas) de películas comerciales, en principio de ciencia ficción. Lo curioso es ver sus críticas de películas porno y darse cuenta de que habla de éstas con más conocimiento de causa que de las películas convencionales. Recientemente se dedica a pedir dinero a sus fans porque parece que la vida se le ha puesto muy jodida. Una vez hechas las presentaciones, aquí está el causante de este post, un comentario leído en un artículo hablando precisamente del devenir de la vida de James Wallestein.

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Pues eso, que ahora resulta que saber de cine es conocer curiosidades sobre los rodajes y los actores. No importa que a la hora de hablar de una película sólo se sea capaz de mostrar una opinión completamente subjetiva basada en «mola mucho», «es muy espectacular» o «el tiempo se pasa volando», ni que no se tenga ni idea de lenguaje cinematográfico, llegando al punto de maravillarse con el montaje de Cloud Atlas. Lo malo no es que tenga un espacio en la red, lo realmente jodido es que gente como este señor está creando cierta escuela en la red. Sin duda, James Wallestein encarna todos los males que he señalado en Internet y la crítica de cine.

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Así nos va (Vol. 5)

Por suerte o por desgracia aquí estamos para un nuevo volumen de Así nos va, sección en la que recopilamos esos pequeños detalles que encontramos por la red y nos dan señales del estado de la industria del cine y sus formas de consumo. En esta ocasión traigo una review que encontré en la web Letterbox, que para los que no la conozcan es algo muy similar a Filmaffinity pero americano y con un diseño bastante más bonito. En Letterbox al votar las películas tenemos también la opción de escribir una review, al estilo de las «críticas» que escriben los usuarios de Filmaffinity, pero por lo general más breves. En estas reviews podemos encontrar cosas realmente interesantes o auténticas chorradas. El siguiente ejemplo es una review de El Llanero Solitario, la última película de Johnny Depp.

Entrenimiento honesto

Me fascina profundamente el concepto de «entretenimiento honesto». No me sorprendería si el texto estuviese escrito por los productores u otros implicados en la película, ya que su labor al fin y al cabo es venderla, pero cuando este tipo de conceptos vienen del público está claro que tenemos un problema. Se mire como se mire la denominación de «entretenimiento honesto» no es más que disfrazar de virtud aquello que es un defecto. Si empezamos llamando «entretenimiento honesto» a lo que hasta hace un tiempo era sencillamente «una mierda de película», iremos poco a poco dejando pasar cualquier cosa que nos tiren a la cara, o incluso celebrando las películas más simples. Si empezamos a engañarnos sobre lo que vemos, luego no podremos quejarnos del panorama cinematográfico porque seremos los primeros culpables.

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