Como hemos ido comentando en los capítulos anteriores de esta serie de posts, la presencia y desarrollo de internet ha facilitado la difusión de ideas y una cierta expansión de la crítica de cine. El problema es que eso ha venido acompañado de una desvirtuación del concepto de crítica, llegando a un punto en el que todo vale. Por tanto, ante esta situación cabe plantearse qué posiciones podemos tomar al respecto, ya sea como lectores o como críticos, si queremos cambiar esta situación.
En primer lugar quiero reivindicar y poner en perspectiva el trabajo de un crítico de cine mediante un acertado símil utilizado por el siempre interesante Film Crit Hulk. Casi todos conducimos un coche. Todos sabemos decir si un coche nos gusta externamente o si nos parece cómodo de conducir. Sin embargo la mayoría no sabemos como funciona un coche internamente, y no se nos ocurre discutir con un mecánico cuando nos dice qué problema tiene nuestro coche. No hay duda de que la opinión de un mecánico acerca de si un coche es bueno o no tendrá una base más firme que la de cualquier usuario, pues somos conscientes de que es un experto en la materia. Podría decirse que el crítico de cine es el mecánico de las películas, aquel capaz de identificar lo que falla en el motor con sólo oírlo y de ver más allá del amasijo de metales que vería un usuario al abrir un capó. Sin embargo en la crítica de cine no se sigue esta máxima, pues todo el mundo parece considerarse experto en cine puesto que ve películas con menor o mayor asiduidad.
Si a esta situación en la que cualquiera puede verter su opinión en calidad de (falso) experto (porque no lo olvidemos, en internet podemos ser lo que queramos hacer ver a otros que somos) le sumamos la capacidad de sugestión del lector (en muchas ocasiones haciendo pasar la opinión de otros como propias) y la facilidad con que esta dinámica puede expandirse y afectar a la opinión sobre una película desde antes de su estreno, nos encontramos ante una perspectiva sin duda preocupante.
Cambiar esta tónica pasa por potenciar el espíritu crítico del lector, no aceptando como cierto cualquier texto que nos encontremos hablando de cine ni llevando como dogma las opiniones de ciertos críticos, por mucho que acostumbremos a compartirlas. Sería interesante ser capaz de formarse una opinión propia antes de lanzarse a leer la de otros, para así ponerlas en diálogo y quizás obtener un resultado más enriquecedor. Así mismo el crítico de cine tiene la responsabilidad de respetar su campo y no banalizarlo, en la continua búsqueda del aprendizaje y profundización a través de sus textos. Por eso mismo, como apuntaba en la presentación del blog, no me considero ni mucho menos un crítico de cine. Aún me queda mucho por leer y ver para llegar a esa parte del camino.